En muchas ocasiones el suelo donde pisamos pasa desapercibido.
Es fácil no prestar atención a lo que está bajo nuestros pies, sin embargo, en el Huerto San Antonio, esto es algo que no quisimos dejar de lado. Cuando llegamos a la finca por primera vez, supimos enseguida que todo cuanto hiciéramos debía respetar la historia del lugar, sus características, sus particularidades y su esencia.
Desde el principio, comprendimos la importancia de conservar la autenticidad del entorno. Por este motivo, recurrimos a técnicas tradicionales para rehabilitar cualquier rincón de la finca. Nuestro objetivo era usar materiales y procesos que no dañaran el entorno y que mantuvieran un equilibrio perfecto entre la intervención humana y la naturaleza. Queríamos asegurarnos de que cada paso dado en nuestra finca estuviera en armonía con su historia y su entorno natural.
En particular, cuando pensamos en los interiores de cada espacio, decidimos recurrir a los clásicos azulejos hidráulicos, de los cuales os queremos hablar en este post. Estos azulejos no solo aportan un valor estético inigualable, sino que también cuentan con una rica historia que vale la pena conocer. Una vez hayamos introducido y explicado un poco de su historia, os contaremos cómo diseñamos cada uno de los pavimentos que forman parte de la finca y su relación con cada espacio.
No queda claro cuándo o dónde se empezaron a producir las primeras baldosas hidráulicas, aunque, teniendo en cuenta que es un proceso de fabricación que no requiere cocción, podríamos aceptar la idea de que los primeros azulejos con esta técnica se realizaron en Mesopotamia en el siglo VI, aproximadamente. Desde entonces, han evolucionado y se han perfeccionado hasta convertirse en un símbolo de la artesanía tradicional.
Lo más significativo, y de ahí su propio nombre, es que este tipo de azulejo se basa en una pasta coloreada a base de pigmento, agua, cemento y (en ocasiones) polvo de mármol. Esta pasta se introducía en unos moldes metálicos llamados trepas que conformaban el dibujo deseado y, posteriormente, se sometían a la fuerza de una prensa hidráulica. Este proceso permitía crear patrones únicos y duraderos, que hoy en día continúan siendo altamente valorados.
Más adelante, gracias a la fabricación de hornos con alto poder calorífico, se dio paso al esmalte y vitrificado de la superficie, lo cual protegía significativamente al azulejo prolongando su vida útil al mismo tiempo que mantenía sus colores vivos característicos. Esta innovación permitió que los azulejos hidráulicos se convirtieran en una opción aún más atractiva para la decoración de interiores.
Otra de sus características fundamentales tiene que ver con su propio diseño, el cual se pensaba de manera que la combinación de varios azulejos confeccionara un elemento decorativo mayor, ya fuera geométrico, floral o animal, como los que podemos ver en el Passeig de Gràcia de Barcelona, diseñados por el arquitecto catalán Antoni Gaudí. Estos diseños no solo embellecen los espacios, sino que también cuentan historias y reflejan la creatividad y la habilidad de sus creadores.
Existen muchos estilos distintos de azulejos hidráulicos, cada uno con sus propios motivos ornamentales y gama cromática. En el próximo post, te hablaremos un poco más de sus diferencias y de cuál ha sido nuestra inspiración a la hora de diseñar los nuestros. Exploraremos cómo cada diseño fue cuidadosamente seleccionado para complementar y realzar cada área de la finca, creando un ambiente único y armonioso.
Y recuerda: mira donde pisas, ¡hay muchas historias bajo tus pies! Cada azulejo en Huerto San Antonio no solo es una pieza de arte, sino también un testimonio de la rica herencia cultural y artesanal que hemos querido preservar y compartir con nuestros visitantes.
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