Cualquier excusa, un rincón, la vereda de un arroyo estacional, el rodal de un muro de piedra, restos de antiguas acequias y de canales de agua ya sin uso, pilas acumuladas de tejas de barro…, han sido los espacios ideales para crear una pequeña jardinera o parterre floral donde crear manantiales de color y aromas. Así, utilizando siempre con especies rústicas y adaptadas a las condiciones climáticas de la sierra se están creando una infinidad de rincones en los que encontramos, rosaledas, jazmines, lirios, margaritas gigantes, dalias, lilas, durillos…;
Y de vez en cuando algunos pies de almendros nogales, higueras, castaños, madroños, moreras, membrillos…. Todo ello bajo la presencia inmediata del imponente bosque mixto de pinar y roble que ocupa la mayor parte de la finca.